A las gitanas de mi vida. Exposición y publicación de Silvia Agüero.
Curadía: Camena Camacho Cordovez.
Inauguración: 19 de diciembre 2024.
La actriz, escritora y pintaora Silvia Agüero presentó su proyecto A las gitanas de mi vida. El 19 de diciembre en La Parcería se dió la inauguración de su primera exposición individual y la presentación de su nuevo libro, una publicación que podemos definir como un álbum de recuerdos, de textos que desnudan las raíces de la autora. Silvia se posiciona en este mundo desde un lugar comprometido, pero también afectuoso.
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La diáspora romaní se inició el 20 de diciembre de 1018 (8 de shaban del 409 de la hégira) cuando la ciudad natal del Pueblo Gitano, Kannauj (Uttar Pradesh, India), fue atacada por el sultán Maḥmūd de Ghaznī quien capturó a 53.000 de sus habitantes. Esclavizadas y vendidas a nobles, fueron dispersadas por el Imperio gaznávida. Cuando éste fue derrotado en la batalla de Dandanaqan, muchas de nuestras antepasadas formaban parte de sus tropas que pasaron a ser prisioneras del Imperio selyúcida que se extendió por Persia. Con la expansión del Imperio selyúcida, mis antepasadas llegaron a tierras del Imperio bizantino (actual Turquía) lo que las situó a las puertas de Europa. Fue allí donde empezaron a dejar de ser indias para empezar a ser romaníes. Tras la caída de Constantinopla, las gentes europeas contemplaron la llegada de unas familias ataviadas con exóticas vestimentas a las que llamaron gitanas pues en su imaginación aquellos grupos familiares les parecieron similares a la Sagrada Familia en su huida a Egipto.
Desde entonces, esa mirada exotizante, que nos ha convertido en egipcias aunque nosotras gritásemos que veníamos de la India y nos ha impuesto el nombre de gitanas cuando nosotras somos calís o romís, nos ha utilizado como objeto en todas las artes. Y la fotografía no ha escapado a esa rutina: ya los pioneros fotógrafos fijaron su mirada extraña en las gitanas. Esa mirada turbia, sucia, cargada de prejuicios y estereotipos que ve lo que quiere ver sin esforzarse en indagar lo que las personas retratadas quieren mostrar.
Y aquí estoy yo, desfacedora de entuertos, buscando la forma de devolverles el protagonismo a mis tías y a las tías de mis abuelas, interviniendo aquellas viejas fotografías que circulan por Internet a través del uso de los colores de la bandera gitana (rojo, verde y azul) para que vuelvan a ser sujetos y no meros objetos exóticos captadas por la mirada turbia de un extraño.
Y como cada fotografía remueve mis adentros y me saca recuerdos o, incluso, vivencias que no he vivido, las convierto en un relato que complementa las fotos para que conjuntamente compongan un álbum familiar que pueda mostrarles con orgullo a mis criaturas.
– Silvia Agüero





